De la arena al arte: Colombia celebra un año de la ley que desterró las corridas de toros

La Plaza La Santamaría amaneció este 1.º de junio teñida de colores, música y plastilina en lugar de sangre. A doce meses de la aprobación de la Ley 2385 de 2024, activistas y familias convirtieron el antiguo coso taurino en un lienzo colectivo que anuncia una nueva cultura de respeto hacia todos los animales.

04 junio 2025
Bogotá, Colombia.

Un año sin sangre en la arena

Hace exactamente un año, el Congreso aprobó la Ley 2385, que ordena la prohibición definitiva de corridas, novilladas y demás actos taurinos en todo el territorio colombiano tras un periodo de transición de tres años. La norma no solo veta el espectáculo violento, sino que exige programas de reconversión laboral y la transformación de los escenarios públicos en espacios culturales.

La celebración de este domingo materializó ese nuevo rumbo: cientos de personas modelaron figuras de plastilina sobre el albero, mientras músicos y artistas recordaban que la cultura puede florecer sin maltrato. “Transformar la plaza en un aula abierta de creatividad demuestra que el futuro de la tradición es empático, no sangriento”, señaló Derly Florez, directora de AnimaNaturalis Colombia, desde el stand de la organización.

El sufrimiento demostrado por la ciencia

La tauromaquia no solo hiere a los toros a la vista del público; también los somete a un estrés fisiológico extremo. Un compendio de estudios sobre la “calidad de muerte” en toros de lidia describe picos de hiperlactatemia, desequilibrios electrolíticos y aumentos de cortisol que superan los niveles basales hasta en diez veces durante la lidia. Investigaciones paralelas cifran la concentración media de cortisol postcorrida en 26,9 ng/ml, un indicador inequívoco de sufrimiento agudo.

“Estos hallazgos desmontan cualquier argumento romántico sobre el ‘valor artístico’ del toreo; el dolor y la angustia están medidos, no son una opinión”, afirma Florez. “Frente a datos así, la compasión deja de ser un sentimiento y se vuelve una obligación ética”.

Reconversión y retos pendientes

La ley contempla tres años para que los cerca de 1.600 empleos directos del sector taurino migren a otras actividades. Solo en Manizales –una de las plazas con temporada fija– la Alcaldía calcula un movimiento anual de 33.000 millones de pesos alrededor de la feria taurina. Expertos advierten que la reconversión debe acompañarse de políticas de economía cultural que sustituyan ese flujo financiero por iniciativas artísticas y turísticas no violentas.

Colombia se suma así a la ola de países y ciudades que dan la espalda a la tauromaquia: México D. F. prohibió recientemente los espectáculos “violentos” con toros, mientras que apenas ocho países del mundo mantienen corridas regulares. El giro refleja una tendencia global en la que la ética animal pesa cada vez más que la tradición.

¿Cómo seguir empujando el cambio?

Queda trabajo por delante: fiscalizar la transición, impedir intentos de reversa legal y ampliar la pedagogía sobre bienestar animal en escuelas y comunidades. AnimaNaturalis invita a sumarse como activista local o apoyar con una donación mensual para sostener las campañas que vienen.

“El fin de las corridas no es el punto de llegada, sino el punto de partida hacia una convivencia basada en la empatía con todos los seres sintientes”, concluye Florez. “Necesitamos más voces y manos para que ningún animal vuelva a sufrir por entretenimiento humano”.

Si quieres ser parte del cambio, visita animanaturalis.org/red y descubre cómo tu acción puede marcar la diferencia.

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